jueves, 29 de noviembre de 2007

Cinco canciones (y V)

Aquí está la quinta. Para quien no lo recuerde, en septiembre me propuse marcar cinco canciones; cinco canciones para una mañana cualquiera. No iban a ser las mejores ni iban a ser sometidas a una concienzuda criba. Simplemente se trata de cinco canciones que hubiese grabado tal vez en una cinta hace años... No lo sé, tal vez cinco canciones que hubiese puesto cualquier día en el reproductor mientras me preparaba para irme a trabajar, para dar una vuelta, para tirarlo todo por la borda o para vete a saber qué...



Antes escribía canciones.

Creo que, durante un tiempo, fue lo único que hice bien. Agarré una guitarra y todos los papeles que no había empleado en tomar nota de las lecciones del colegio y empecé. Lo hice realmente mal durante mucho tiempo... pero luego, algunos años más tarde, escribí algunas; no sé cuántas, pero eran canciones.


Pero no hablábamos de eso.

Quinta canción: No me voy a meter en obviedades. No se trata de una canción desconocida ni de ningún descubrimiento sesudo. Es Rock. Es para muchos una de las mejores canciones de la historia; para mi también. No voy a descubrir la pólvora esta noche. Sólo la dejaré sonar todas las veces que me apetezca.


Iba al colegio, con la cartera al hombro y un walkman del que no me separé en muchos años y que transmitía a mi cabeza inmensas melodías eléctricas. Es cierto que no tenía muchas más cosas en la mente; ni estudios ni carrera o planteamientos laborables futuribles. Ese espacio, supongo, estaba ocupado por discos que había ido rapiñando de colecciones ajenas. Aquellas letras en mi cabeza eran completamente diferentes a lo que cada uno de nosotros tenía en su libro sobre el pupitre. Tal vez de ahí vino el miedo, el miedo de hacer, leer o pensar lo que todos a mi alrededor estaban haciendo, leyendo o pensando. Y aquellos tipos de los discos hablaban de salir disparados antes de verse a ellos mismos como juraron no verse jamás. Aquellas canciones hablaban de todo aquello y eran la estela de polvo en la carretera, de quien no había querido quedarse a esperar, de quien decidió que no había tanto que perder.

Uno de aquellas voces que salían de mis cintas era y seguiría siendo la del autor de esta canción. Las canciones de el jefe se convirtió en la referencia, en imprescindible en mi equipaje mental; quizá no era lo más común para alguien de mi edad. Thunder Road ya llevaba algunos años escrita cuando yo nací. Nick Hornby dice que probablemente fue la canción que le llevó a convertirse en escritor, y que, de algún modo, la canción ha pasado a pertenecerle, la ha hecho de su propiedad... Entiendo bien a que se refiere. He ahí esa estela de polvo en la carretera de la que hablaba. Es escribir canciones como esa lo que hace alejarse de la ciudad a toda velocidad, como el ruido de motores de los coches, y nos tatúa a fuego el nacido para correr; no para huir sino para ser uno para no ser cualquier otro, cualquiera entre el resto de la gente.


Tengo un fragmento de El Jinete Polaco, de Muñoz Molina acorralado por un marcapáginas que alguien me debió regalar hace tiempo.

Pero yo he querido ser así, te lo juro, estaba envenenado de palabras, he seguido estándolo mucho después de que terminara mi adolescencia, he creído que amaba el nomadismo y la soledad porque eran palabras prestigiosas, adornadas por las mayúsculas de la literatura. Lo único cierto entre tanta mentira que me he contado era el miedo a permanecer, a que me envolvieran los hilos de la dependencia y la costumbre, el veneno letal de los hábitos diarios, el amor, los bares, el trabajo, la complacencia en la repetición, segregando una baba que se vuelve sólida al contacto del aire, que lo recluye a uno en su casa y en el número creciente de sus objetos, sus muebles, sus electrodomésticos, sus hijos o sus animales de compañía y lo acaba atando no porque uno haya elegido sino porque ha ido perdiendo sin saberlo toda posibilidad de elección.


Hace unos días limpiaba con un paño una de las guitarras que andan por casa. No sé cuánto tiempo llevo sin tocar, pero parecen tantos años que me asusta. Suelo tener algún disco puesto. Hay de fondo sonidos que no me dejan centrar del todo la mente en algo que intenta abrirse paso.


Aquí está. La quinta canción.


Llamadme poco original. Me importa una mierda.



The screen door slams Mary's dress waves

Like a vision she dances across the porch as the radio plays

Roy Orbison singing for the lonely

Hey that's me and I want you only

Don't turn me home again

I just can't face myself alone again

Don't run back inside, darling you know just what I'm here for

So you're scared and you're thinking that maybe we ain't that young anymore

Show a little faith, there's magic in the night

You ain't a beauty, but hey you're alright

Oh and that's alright with me


You can hide 'neath your covers and study your pain

Make crosses from your lovers, throw roses in the rain

Waste your summer praying in vain for a saviour to rise from these streets

Well, I'm no hero, that's understood

All the redemption I can offer, girl, is beneath this dirty hood

With a chance to make it good somehow

Hey what else can we do now

Except roll down the window and let the wind blow back your hair

Well the night's bustin' open, these two lanes will take us anywhere

We got one last chance to make it real

To trade in these wings on some wheels

Climb in back, heaven's waiting down on the tracks


Oh oh come take my hand

Riding out tonight to case the promised land

Oh oh oh oh Thunder Road, oh Thunder Road, oh Thunder Road

Lying out there like a killer in the sun

Hey I know it's late, we can make it if we run

Oh oh oh oh Thunder Road, sit tight, take hold, Thunder Road


Well I got this guitar and I learned how to make it talk

And my car's out back if you're ready to take that long walk

From your front porch to my front seat

The door's open but the ride it ain't free

And I know you're lonely for words that I ain't spoken

Tonight we'll be free, all the promises will be broken

There were ghosts in the eyes of all the boys you sent away

They haunt this dusty beach road in the skeleton frames of burned-out Chevrolets

They scream your name at night in the street

Your graduation gown lies in rags at their feet

And in the lonely cool before dawn

You hear their engines roaring on

But when you get to the porch they're gone on the wind,
so Mary climb in

It's a town full of losers and I'm pulling out of here to win

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