Todavía mis pies calzan la resaca de swing tras el tremendo concierto de No Reply del pasado jueves en Planta Baja; y creo que debe ser una de las primeras resacas que no estoy maldiciendo ni me están llevando a hacer juramentos llamados al olvido tras el efecto balsámico del café y los analgésicos.
El accidental descubrimiento de estos madrileños el pasado verano ha sido uno de los sucesos musicales afortunados de este año, así que la anunciada visita a Granada no podía ser pasada por alto. Me apresuré a llamar a los conocidos, que acudieron llegando a constituir el 20-25% del aforo de la sala (reconforta saber que aún el que escribe mantiene cierta credibilidad en cuanto a opinión musical se refiere, de la otra para qué vamos a hablar...), que no registró una presencia de público demasiado destacable.
El concierto empezó tarde, bastante más tarde de lo previsto debido, por lo que luego supimos, a problemas de índole técnico, municipal, y gastronómico. Pero una vez iniciado supieron ganarse al no demasiado fácil respetable granaino. El ritmo creciente, la complicidad de los músicos en el escenario, la calidad sobresaliente como músicos, y las ganas y el gusto exhibido hicieron que la sala (incluyendo a un servidor) bailasen a pierna suelta. Y es que de entre lo mucho apreciable en el directo de esta formación se puede subrayar que el espectáculo no viene a suplir en modo alguno carencias musicales, sino que por el contrario, la enorme calidad de los músicos que podría resultar en otro caso fría, viene complementada a la perfección por una química de la que hacen partícipe en todo momento al espectador, al que no le pasa inadvertido que, lejos de estar asistiendo a un teatro, los músicos se lo están pasando de miedo ahí arriba. Y eso se contagia con una facilidad y velocidad sorprendentes.
Adjuntas a la presentación de su disco Drunkology nos regalaron piezas intermedias impagables, tanto de corte clásico -Americano, con ciertos aires a la versión de Setzer- como sintonías más informales -tremenda interpretación y locura colectiva con los acordes de El Inspector Gadget-. El swing más desatado derivó en momentos de ska que no desentonan sino que refrescan el sonido. Una actuación repleta de matices personales pero con una cohesión total reflejo de un trabajo y una idea perfectamente llevados a cabo. Nadie debería dejar pasar la oportunidad de ver a los madrileños sobre el escenario, puesto que si el disco está conseguido, el directo sube el listón a cotas mucho más altas.
Al final del concierto, las dos groupies menos agraciadas de la sala -Agustín y un servidor- estuvimos hablando con todos los componentes (todo un trabajo encontrar a cada uno de los nueve) que nos comentaron sus peripecias con las grúas y las tapas granaínas. Compramos su disco a un precio razonable y hoy escribo estas líneas mientras suena de fondo Bad Joke. Para que os hagáis una idea, aquí tenéis un vídeo de un directo que aparece en su myspace.